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Inicio este espacio de intercambio y reencuentro con alumnos, exalumnos y compañeros docentes
Lic Carolina Romera



viernes, 22 de junio de 2012

EL CUENTO DE LA RANA

(escuela tradicional vs escuela nueva)


EL CUENTO DE LA RANA


(FRANCISCO CAIVANO Y FRANCESCO TONUCI)
La maestra entre en el aula y se encuentra un fenomenal jaleo: todos corren y gritan tratando de cazar una rana que se le ha escapado a Juanito. Portazo, carreras, agitación. Finalmente se hace el silencio. La maestra sube a la tarima. Está muy enfadada. Muchísimo. Con un dedo tembloroso señala a Juanito.
-Tú, sal afuera y tira esa porquería de bicho. Deprisa… ¡y no se te ocurra traer animales a clase!
Juanito abandona el aula con su rana verde metida en un tarro de cristal. Ambos, la rana y el niño, están avergonzados y tienen los ojos húmedos y saltones. Más la rana que el niño. ¡Cómo está la seño! Un latido de espanto recorre la clase, todos los niños miran fijamente el tintero de porcelana que hay a la derecha del pupitre. Se oye el zumbido impertinente de una mosca preveraniega. La maestra suspira, se ajusta las gruesas gafas y clama secamente.
-Abrid el libro de Naturales (pausa). Página 48 (pausa). ¿Ya está? (pausa más larga). Hoy vamos a estudiar los batracios.
En el aula se oye un frufrú de páginas y algún crujido de madera vieja.
-Tú, Maruja, ¡sí, tú! Página 49. Definición. Lee.
Como un resorte salta Maruja junto al pupitre. Toma el texto y lee silabeando y sin apenas respirar.
-Animal de sangre fría que tiene respiración bronquial. Bratracios…
- No. No. Bra, bra, bra…
-Sí. Batracios son anima…
- No. Branquiales. Be, erre, a…
-Sí. Bronquiáceos, batriales, son animales anfibios, así los a-a-anuros y las ra-esto-las ra-nas y los sapos.
La maestra suspira, parece más tranquila.
-Ahora ya sabéis lo que es un batracio. ¡A ver!...
Justo en ese momento llaman a la puerta y entra, modoso y compungido, Juanito. En la mano lleva su tarro de vidrio clamorosamente vacío.
-Siéntate. ¡A ver Juanito! ¿Qué es un batracio, digo Ba-tra-cio?
El rostro de Juanito muestra una profundísima concentración. Está tratando de recordar. Sabe positivamente que, en algún lugar de su traidora memoria, debe estar esa maldita definición de “batracio”. Debe ser algo de geometría que se dio ayer.
-¿Un triángulo bratacio”? ¿O es lo de la hipótesis Tenusa?
Clama la voz de la seño.
-¿Lo veis? ¡Si en vez de jugar con esos animales en clase, estuvieras atento!... ¡Maruja, díselo tú qué es un batracio! ¡distraído, eso eres!
Con voz de definición, Maruja cuenta:
-Un batracio es un branquio anfibio que enfría la sangre –respira, y añade: -Una rana.
El bote de vidrio se hizo añicos al caer al suelo



INTERESANTE METÁFORA ESTABLECE MIGUEL ÁNGEL SANTOS GUERRA

 

arqueología en la escuela




I.             El descubrimiento… en la comunidad educativa hay un gran caudal de información y de valor por descubrir…

II.           La excavación… es preciso dedicar tiempo a excavar, explorar, descubrir, observar… Hay que hacerlo con cuidado… porque estamos por encontrar cosas muy valiosas…

III.          El estudio… indagación, interpretación, buscar indicios, hallar significados, clasificar, atribuir valor… hay muchos tesoros invisibles, esperando que alguien los descubra… otros están visibles pero no han sido catalogados como valiosos por torpeza o por maldad.

IV.         La protección… los tesoros hallados han de ser protegidos, cuidados, expuestos, mimados. Han de cobrar importancia para todos…

V.          La exposición… una vez descubiertos, excavados, estudiados, protegidos, los tesoros han de ser expuestos para general contemplación y disfrute…


INTERESANTES APORTES SOBRE EL MUNDO DEL TRABAJO, ESCRITO EN 1941 POR SIMONE WEIL


"Condición primera de un trabajo no servil"
por Simone Weil.
Traducción de Eva Aladro
(Texto escrito en Marsella en 1941, publicado parcialmente en el número 4 de "Cheval de Troie" en 1947, e íntegramente en "La Condition Ouvrière", Gallimard, 1951).
Hay en el trabajo manual y en general en el trabajo práctico, que es el trabajo propiamente dicho, un elemento irreductible de servidumbre que ni la más perfecta equidad social podría borrar. Se trata del hecho de que este trabajo está gobernado por la necesidad, no por la finalidad. Se lleva a cabo por causa de una necesidad y no para obtener un bien; “porque hay que ganarse la vida”, como dicen quienes pasan su existencia dentro de él. En él se aporta un esfuerzo después del cual, a todas luces, no tendremos más que lo que ahora tenemos. Sin ese esfuerzo, perderíamos lo que tenemos.
Pero en la naturaleza humana no existe otra fuente de energía para el esfuerzo más que el deseo. Y al hombre no le es dado desear lo que ya tiene. El deseo es una orientación, el comienzo del movimiento hacia algo. El movimiento es hacia un punto donde no estamos. Si el movimiento, apenas iniciado, vuelve sobre su punto de partida, daremos vueltas como una ardilla en una jaula, como un condenado en una celda. Y dar vueltas y vueltas produce rápidamente el hastío.
El hastío, el cansancio, el asco es la gran tentación de aquellos que trabajan, sobre todo si están en condiciones inhumanas, e incluso cuando no es así. A veces esta tentación se ceba más en los mejores.
Existir no es un fin para el hombre, sino solamente la base para todos los bienes, verdaderos o falsos. Los bienes se añaden a la existencia. Cuando éstos desaparecen, cuando la existencia no se adorna ya con ningún bien, cuando está desnuda, no guarda ya relación alguna con él. Incluso es en sí misma un mal. Y es en ese momento cuando la existencia ocupa el lugar de todos los bienes ausentes, cuando se convierte ella misma en su único fin, su único objeto de deseo. El deseo del alma se halla atado a un mal desnudo y sin velo. El alma está entonces en el horror.
Ese horror es igual al del instante en que una violencia inminente va a infligir la muerte. Ese momento de horror se prolongaba en la antiguedad toda la vida para aquel hombre que, desarmado bajo la espada del vencedor, no era ejecutado. A cambio de la vida que se le dejaba, se le obligaba a agotar su energía en los esfuerzos de la esclavitud, todas las horas del día, todos los días, sin poder esperar nada que no fuera no ser ejecutado o azotado. No podía ya perseguir bien alguno más que la existencia. Los antiguos decían que el día que les habían hecho esclavos les habían también quitado la mitad del alma.
Pero toda condición en la que uno se encuentra necesariamente en la misma
situación el primer día que el último de un período de un mes, de un año, de veinte años de esfuerzos, tiene un parecido con la esclavitud. El parecido está en la imposibilidad de desear otra cosa que no sea lo que uno ya posee, la imposibilidad de orientar el esfuerzo hacia la adquisición de un bien. Uno hace los esfuerzos únicamente para seguir viviendo.
La unidad de tiempo en esa situación es la jornada. En ese espacio se dan vueltas en círculo. En él se oscila entre el trabajo y el descanso como una pelota que botara de un muro al de enfrente. Se trabaja solamente porque se tiene necesidad de comer. Pero se come para poder continuar trabajando. Y nuevamente se trabaja para comer.
Todo es intermediario en esa existencia, todo es medio, la finalidad no se fija en ninguna parte. El objeto fabricado es un medio; será vendido. ¿Quién puede poner en él su bien?. La materia, el útil de trabajo, el cuerpo del trabajador, su misma alma, son medios para la fabricación. La necesidad está en todas partes , el bien en ninguna.
No hay que buscar más causas a la desmoralización del pueblo. La causa está ahí; es permanente; es esencial a la condición del trabajo. Hay que buscar las causas que, en períodos anteriores, impidieron que la desmoralización se produjera.
Una gran inercia moral, una gran fuerza física que haga el esfuerzo casi
insensible permiten soportar ese vacío. Si no es así, son necesarias compensaciones.
Una compensación es la ambición de una condición social distinta para sí mismo o para los hijos. Otra son los placeres fáciles y violentos, compensación de la misma naturaleza; es el sueño en lugar de la ambición. El domingo es el día en que se quiere olvidar que existe la necesidad de trabajar. Para ello hay que gastar. Hay que vestirse como si no se trabajara. Hay que obtener satisfacciones de la vanidad e ilusiones de potencia que la licencia proporciona con gran facilidad. El exceso tiene exactamente la función de un estupefaciente, y el uso de estupefacientes es una tentación constante para aquellos que sufren. Finalmente, la revolución es también una compensación de esta misma naturaleza; es la ambición transportada al colectivo, la loca ambición de una ascensión de todos los trabajadores más allá de la condición de trabajadores.
El sentimiento revolucionario es en principio para la mayoría una rebelión contra la injusticia, pero rápidamente se convierte para muchos, como ha ocurrido históricamente, en un imperialismo obrero totalmente análogo al imperialismo nacional.
Tiene por objeto la dominación ilimitada de la humanidad entera y de todos los aspectos de la vida humana por una cierta colectividad. El absurdo está en que, en ese sueño, la dominación estaría en manos de aquellos que trabajan y que por tanto no podrían entonces dominar.
En tanto que rebelión contra la injusticia social, la idea revolucionaria es buena y sana. En tanto que rebelión contra la desgracia esencial a la condición misma de los trabajadores, es una mentira. Porque ninguna revolución abolirá esa desgracia. Pero esa mentira es la que juega un papel mayor, pues esa desgracia esencial se siente más vivamente, más profundamente, más dolorosamente que la injusticia misma.
Normalmente además ambas están confundidas. El nombre de opio del pueblo que Marx aplicaba a la religión pudo convenirle siempre que ésta se traicionó a sí misma, pero conviene esencialmente a la revolución. La esperanza de la revolución es siempre un estupefaciente.
La revolución satisface al mismo tiempo esa necesidad de aventura, en tanto que la cosa más opuesta a la necesidad, y que es también una reacción contra la misma desgracia. La afición a las novelas y películas policíacas, la tendencia a la criminalidad que aparece entre los adolescentes, corresponden también a esa necesidad.
Los burgueses creyeron con mucho infantilismo que la receta adecuada consistía en transmitir al pueblo la finalidad que gobierna su propia vida, es decir la de la adquisición de dinero. Llegaron al límite posible en este sentido con el trabajo a destajo y la extensión de las relaciones entre las ciudades y el campo. Pero con ello sólo han conseguido llevar la insatisfacción hasta un grado de exasperación peligroso. La causa es simple. El dinero como fin de los deseos y los esfuerzos no puede contener en su dominio las condiciones dentro de las cuales es imposible enriquecerse. Un pequeño industrial, un pequeño comerciante, sí pueden enriquecerse y convertirse en grandes industriales o grandes comerciantes. Un profesor, un escritor, un ministro son
indistintamente ricos o pobres. Pero un obrero que se hace rico deja de ser obrero, y lo mismo ocurre casi siempre con el campesino. Un obrero no puede verse acicateado por el deseo de dinero sin desear con ello a la vez salir de la condición obrera, sólo o con todos sus camaradas.
El universo en el que viven los trabajadores rechaza la finalidad. Es imposible
que en él penetren los fines, si no es por muy breves períodos que corresponden a situaciones excepcionales. El rápido crecimiento de nuevos países como América y Rusia produce cambios sobre cambios a un ritmo tan rápido que propone a todos casi a diario cosas nuevas que esperar, que desear, que aguardar; esta fiebre de construcción ha sido el gran instrumento de seducción del comunismo ruso, por efecto de una coincidencia, porque se produjo por la situación económica del país y no por la revolución ni por la doctrina marxista. Cuando se elaboran metafísicas a partir de esas situaciones excepcionales, pasajeras y breves, como han hecho los americanos y los rusos, esas metafísicas son mentira.
La familia proporciona fines en forma de hijos que educar. Pero a menos que se espere para ellos una condición diferente -y por la naturaleza de las cosas este tipo de ascensiones sociales son necesariamente excepcionales- el espectáculo de niños condenados a la misma existencia no impide sentir dolorosamente el vacío y el peso de dicha existencia.
Ese pesado vacío hace sufrir mucho. Es sentido incluso por muchos de aquellos cuya cultura es nula y cuya inteligencia es débil. Aquellos que, por su condición, no saben lo que es, no pueden juzgar equitativamente las acciones de aquellos otros que lo soportan toda su vida. No provoca la muerte, pero es quizás tan doloroso como el hambre. Quizás más aún. Quizás sería literalmente cierto decir que el pan es menos necesario que el remedio a ese dolor.
No hay muchos remedios a escoger. Sólo existe uno. Una sola cosa hace soportable la monotonía, y es una luz de eternidad; es la belleza.
Hay una sola circunstancia en la que la naturaleza humana soporta que el deseo del alma se dirija no hacia lo que podría ser o a lo que será, sino hacia aquello que es.
Ese caso es la belleza. Todo lo que es bello es objeto de deseo, pero no deseamos que cambie, no deseamos que nada cambie, deseamos aquello tal como es. Miramos con deseo el cielo estrellado de una noche clara, y cuando lo hacemos lo que deseamos es únicamente el espectáculo que ya poseemos.
Ya que el pueblo está obligado a dirigir todo su deseo sobre lo que ya posee, la belleza fue hecha para él y él para la belleza. La poesía es un lujo para las otras condiciones sociales. Pero el pueblo tiene necesidad de poesía como de pan. No de la poesía encerrada en palabras; ésta, por sí misma, no puede serle de utilidad alguna.
Necesita que la substancia cotidiana de su vida sea ella misma poesía.
Una poesía así sólo puede tener una fuente. Esta fuente es Dios. Esta poesía no puede ser más que religión. Ninguna falsedad, ningún procedimiento, ni reforma, ni convulsión puede hacer penetrar la finalidad en el universo donde los trabajadores están situados por su condición misma. Pero ese universo puede ser todo entero supeditado al único fin que sea verdadero. Puede suspenderse de Dios. La condición de los trabajadores es aquella en la que el hambre de finalidad que constituye el ser mismo de todo hombre no puede ser satisfecha si no es por Dios.
Ése es su privilegio. Son los únicos que poseen esto. En todas las demás condiciones, sin excepción, los fines particulares surgen en la actividad. Y no existe fin particular, ni siquiera la salud del alma o de muchas, que no pueda hacer de pantalla y ocultar a Dios. Es preciso, a través del desprendimiento, rasgar la pantalla y pasar a través de ella. Para los trabajadores no hay pantalla alguna. Nada les separa de Dios.
Sólo tienen que levantar la cabeza.
Para ellos lo difícil es levantar la cabeza. No tienen, como es el caso para todos los demás hombres, nada que les sobre y de lo que deban desembarazarse con esfuerzo.
A los trabajadores les falta algo en cantidad. Les faltan intermediarios. Cuando se les aconsejaba pensar en Dios y hacerle ofrenda de sus penas y sufrimientos tampoco se estaba haciendo nada por ellos.
La gente va a las iglesias expresamente para rezar; sin embargo, sabemos que no podrían hacerlo si no se proporcionara a su atención intermediarios que sostengan la orientación hacia Dios. La arquitectura misma de la iglesia, las imágenes de las que está llena, las palabras de la liturgia y de las oraciones, los gestos rituales del sacerdote, son esos intermediarios. Cuando fijamos la atención en ellos, ésta se halla orientada hacia Dios. ¡Cuánta máyor aún es la necesidad de esos intermediarios en el lugar de trabajo, donde uno va solamente para ganar su vida! Allí todo amarra el pensamiento a la tierra.
Pero no podemos poner las imágenes religiosas en esos lugares y proponer a los que trabajan que las miren. No podemos tampoco sugerirles que reciten oraciones mientras trabajan. Los únicos objetos sensibles a los que pueden prestar atención son los materiales, instrumentos y los gestos de su trabajo. Si estos objetos mismos no se transforman en espejos de la luz, es imposible que durante el trabajo la atención se oriente hacia la fuente de toda luz. No hay necesidad más imperiosa que esta transformación.
Esta transformación sólo es posible si se encuentra en la materia, tal y como se presenta al trabajo de los hombres, una propiedad reflectora. Porque no se trata de fabricar ficciones o símbolos arbitrarios. La ficción, la imaginación, la ensoñación están en el sitio más inadecuado para ellas cuando ocupan el dominio de la verdad. Pero felizmente para nosotros hay una propiedad reflectora en la materia. La materia es un espejo empañado por nuestro aliento. Basta únicamente con limpiar el cristal y leer los símbolos que están escritos en la materia para toda la eternidad.
El Evangelio contiene algunos. En una habitación, para pensar en la necesidad de la muerte moral para un nuevo y verdadero nacimiento necesitamos leer o repetirnos a nosotros mismos las palabras acerca de la semilla a la que sólo la muerte hace fecunda. Pero el hombre que siembra puede, si lo quiere, poner su atención en esa verdad sin la ayuda de ninguna palabra, a través de su propio movimiento y del espectáculo del grano que se pierde dentro de la tierra. Si no razona sobre la verdad, si solamente la contempla, la atención que él pone en el desempeño de su tarea no se verá
trabada, sino llevada al grado más alto de intensidad. No en vano llamamos atención religiosa a la plenitud de la atención. La plenitud de la atención no es otra cosa que la oración.
Lo mismo ocurre con la separación del alma y de Cristo que seca el alma como se seca el sarmiento que se cortó de la cepa. La poda de la viña dura días y días en los grandes campos. Pero con ello hay allí también una verdad que podemos ver durante días y días sin agotarla.
Sería fácil descubrir, inscritos para toda la eternidad en la naturaleza de las cosas, muchos otros símbolos capaces de transfigurar no solamente el trabajo en general, sino cada tarea en su singularidad. Cristo es la serpiente de bronce a la que basta con mirar para escapar de la muerte. Pero es preciso poder mirarle de modo totalmente ininterrumpido. Para eso es preciso que las cosas sobre las cuales las necesidades y obligaciones de la vida nos fuerzan a poner la mirada reflejen lo que ellas mismas nos impiden mirar directamente. Sería muy chocante que una iglesia construída por mano humana estuviera llena de símbolos y que el universo no estuviera infinitamente lleno de ellos. Está infinitamente lleno. Hay que leerlos.
La imagen de la Cruz comparada con una balanza, en el himno del viernes santo, podría ser una inspiración inagotable para todos los que trabajan cargando pesos, manipulando palancas y cuya fatiga a la noche es por la gravidez de las cosas. En una palanca, un peso considerable y cercano al punto de apoyo puede ser levantado por un peso muy pequeño o débil colocado a gran distancia del punto de apoyo. El cuerpo de Cristo era un peso muy débil, pero por la distancia entre la tierra y el cielo hizo de contrapeso al universo mismo. De un modo infinitamente diverso, pero lo suficientemente análogo como para servir de imagen, quien trabaja, levanta cargas, mueve palancas, tiene también que hacer contrapeso al universo con su débil cuerpo.
Esto es un esfuerzo inmenso, y a menudo el universo doblega al cuerpo y al alma bajo el cansancio. Pero quien se suspenda del cielo hará fácilmente contrapeso. Quien una sola vez haya percibido esta idea ya no podrá distraerse por la fatiga, el hastío o el asco.
No podrá ya sino volver a ella de nuevo.
El sol y la savia vegetal hablan continuamente, en el campo, de lo más grande que hay en el mundo. Nosotros no vivimos gracias a otra cosa que a la energía solar; la comemos, y es ella la que nos mantiene en pie, la que mueve nuestros músculos, la que corporalmente opera en nosotros todos nuestros actos. Es quizás, bajo formas diversas, la única cosa en el universo que constituye una fuerza antagónica a la gravedad; es ella la que sube a los árboles, la que por nuestros brazos levanta los pesos, la que mueve nuestros motores. Procede de una fuente inaccesible y a la que no podemos aproximarnos ni siquiera un paso. Desciende continuamente sobre nosotros. Pero aunque nos baña perpetuamente nosotros no podemos captarla. Sólo el principio vegetal de la clorofila puede captarla para nosotros y hacerla nuestro alimento. Sólo hace falta que la tierra esté convenientemente preparada por nuestros esfuerzos; así, por la clorofila la energía solar se convierte en sólida y entra en nosotros como pan, como vino, como aceite, como fruta. Todo el trabajo del agricultor consiste en cuidar y en servir a esta virtud vegetal que es una perfecta imagen de Cristo.
Las leyes de la mecánica, que derivan de la geometría y que dominan a nuestras máquinas, contienen verdades sobrenaturales. La oscilación del movimiento de alternancia es la imagen de la condición terrestre. Todo lo que pertenece a las criaturas es limitado, excepto nuestro deseo, que es la marca de nuestro orígen; y nuestras codicias, que nos hacen buscar aquí abajo lo ilimitado, son por ello la única fuente para nosotros del error y del crímen. Los bienes que las cosas contienen son finitos, los males también, y de modo general una causa produce un efecto determinado solamente hasta un cierto punto, más allá del cual, si continúa actuando, el efecto rebota. Es Dios quien impone a todo un límite y quien encadena al mar. En Dios sólo existe un acto eterno y sin cambio que vuelve sobre sí mismo y sólo se tiene a sí mismo por objeto. En las criaturas sólo hay movimientos dirigidos hacia el exterior, pero por el límite están obligados a rebotar; este movimiento de rebote constante es un reflejo degradado de la orientación hacia sí mismo que es exclusivamente divina. Esta ligazón tiene por imagen en nuestras máquinas la relación del movimiento circular y del movimiento de alternancia. El círculo es también el lugar de las medias proporcionales; para hallar de manera totalmente rigurosa la media proporcional entre la unidad y un número que no sea cuadrado no hay otro método que trazar un círculo. Los números para los cuales no existe mediación alguna que los relacione naturalmente con la unidad son imágenes de nuestra miseria; y el círculo que llega de fuera, de un modo transcendente con relación al mundo de los números, a proporcionar una mediación, es la imagen del único remedio para esa miseria. Estas verdades y muchas otras están escritas en el simple espectáculo de una polea que determina un movimiento oscilatorio; pueden leerse entre los conocimientos geométricos muy elementales; el ritmo mismo del trabajo, que corresponde a la oscilación, las hace sensibles al cuerpo; una vida humana es un plazo bien breve para contemplarlas.
Podríamos encontrar muchos otros símbolos, algunos más íntimamente unidos al comportamiento mismo de aquél que trabaja. A veces bastaría que el trabajador extendiera su actitud ante el trabajo a todas las cosas sin excepción para que poseyera la plenitud de la virtud. También hay símbolos que encontrar para aquellos que tienen tareas prácticas diferentes al trabajo físico. Para los contables pueden hallarse en las operaciones elementales de la aritmética, para los cajeros en la institución de la moneda, y así sucesivamente. La reserva es inagotable.
A partir de aquí podríamos hacer mucho. Transmitir a los adolescentes esas
grandes imágenes, ligadas a las nociones de ciencia elemental y de cultura general, en los círculos de enseñanza. Proponerlas como temas para sus fiestas, para sus tentativas teatrales. Instituir en torno a esas imágenes nuevas fiestas, por ejemplo la víspera del gran día en que el joven agricultor de catorce años va a trabajar solo por primera vez.
Hacer a través de estos medios que los hombres y las mujeres del pueblo vivan perpetuamente bañados en una atmósfera de poesía sobrenatural; como en la Edad Media; más que en la Edad Media, pues ¿por qué limitarse en la ambición del bien?.
Así les evitaríamos el sentimiento de inferioridad intelectual tan frecuente y a
veces tan doloroso, y también les proporcionaríamos la orgullosa seguridad que sustituye a ese sentimiento, en ocasiones, tras un ligero contacto con las cosas del espíritu. Los intelectuales, por su parte, podrían así evitar a la vez el desdén injusto y la especie de deferencia no menos injusta que la demagogia puso de moda hace algunos años en ciertos sectores. Unos y otros se reunirían, sin desigualdad alguna, en el punto más alto, el de la plenitud de la atención, que es la plenitud de oración. Al menos aquellos que pudieran hacerlo. Los demás sabrían al menos que ese punto existe, y se representarían la diversidad de caminos ascendentes, la cual a la vez que produce una separación de los niveles inferiores no impide la igualdad, como hace la falda de una montaña.
Los ejercicios en la escuela no tienen otro objetivo serio que no sea la formación de la atención. La atención es la única facultad del alma que da acceso a Dios. La gimnástica escolar ejercita una atención inferior discursiva, la que razona; pero, llevada con un método conveniente, puede preparar la aparición en el alma de otra atención, la más alta, la atención intuitiva. La atención intuitiva en toda su pureza es la fuente única del arte perfectamente bello, de los descubrimientos científicos verdaderamente luminosos y nuevos, de la filosofía que se dirige verdaderamente a la sabiduría, del amor al prójimo verdaderamente caritativo; y es ella la que, vuelta hacia Dios, constituye la oración verdadera.
Igual que los símbolos permitirían labrar y segar pensando en Dios, un método
transformador de los ejercicios escolares en preparación para esta especie superior de atención permitiría de modo único a un adolescente pensar en Dios mientras resuelve un problema de geometría o una traducción del latín. Sin ello el trabajo intelectual, bajo una máscara de libertad, es también él mismo un trabajo servil.
Los que disfrutan del ocio necesitan, para llegar a la atención intuitiva, ejercitar hasta el límite de sus capacidades las facultades de la inteligencia discursiva; si no es así éstas son un obstáculo. Sobre todo para aquellos cuya función social obliga a ejercitar estas facultades, no existe sin duda otro camino que éste. Pero el obstáculo es débil y el ejercicio puede reducirse a poca cosa para aquellos a quienes el cansancio de un largo trabajo cotidiano paraliza casi totalmente las facultades intelectuales. Para ellos, el trabajo mismo que causa esa parálisis, si es transformado en poesía, es el camino que lleva a la atención intuitiva.
En nuestra sociedad la diferencia de formación produce, más que la diferencia de riquezas, la ilusión de la desigualdad social. Marx, que se muestra siempre enérgico cuando describe el mal más simple, condenó legítimamente como una degradación la separación del trabajo manual y el trabajo intelectual. Pero él no sabía que en todo dominio los contrarios hallan su unidad en un plano trascendental para uno y otro. El punto de unión del trabajo intelectual y del trabajo manual es la contemplación, que no es un trabajo. En ninguna sociedad la persona que maneja una máquina puede ejercer la misma especie de atención que la persona que resuelve un problema. Pero uno y otro pueden, si lo desean igualmente y tienen un método, ejercitando cada uno la especie de atención que constituye su dotación propia en la sociedad, favorecer la aparición y el desarrollo de esa otra atención situada por encima de toda obligación social, y que constituye una unión directa con Dios.
Si los estudiantes, los jóvenes agricultores, los jóvenes obreros, se representaran de un modo completamente preciso, tan preciso como los engranajes de un mecanismo claramente comprendido, las diferentes funciones sociales como constituyendo preparaciones igualmente eficaces para la aparición en el alma de una misma facultad transcendente, que tiene un valor único, la igualdad se convertiría en una cosa concreta.
Sería entonces a la vez un principio de justicia y de orden.
La representación completamente precisa del destino sobrenatural de cada función social proporciona de modo único una norma a la voluntad de reforma.Sólo ella permite definir la injusticia. De otro modo es inevitable que nos equivoquemos, ya sea viendo como injusticias los sufrimientos inscritos en la naturaleza de las cosas, ya sea atribuyendo a la condición humana sufrimientos que son efecto de nuestros crímenes y que caen sobre aquellos que no los merecen.
Una cierta subordinación y una cierta uniformidad son sufrimientos inscritos en la esencia misma del trabajo y son inseparables de la vocación sobrenatural que le corresponde. Esos sufrimientos no degradan. Todo lo demás que se añade es injusto y degrada. Todo lo que impide que la poesía cristalice en torno a esos sufrimientos es un crímen. Porque no basta con reencontrar la fuente perdida de esa poesía, es necesario además que las circunstancias mismas del trabajo la permitan existir. Si éstas son malas, la matan.
Todas las cosas que están indisolublemente unidas al deseo o temor de un cambio, a la orientación del pensamiento hacia el futuro, deberían ser excluídas de una existencia esencialmente uniforme y que debe ser aceptada como tal. En primer lugar el sufrimiento físico, excepto aquél que sea manifiestamente inevitable por las necesidades del trabajo. Pues es imposible sufrir sin con ello aspirar a un cambio. Las privaciones estarían en lugar más adecuado en cualquier otra condición social que no fuera ésta. El alimento, la vivienda, el descanso y el placer deben ser tales que una jornada de trabajo tomada por sí sola esté normalmente desprovista de sufrimiento físico. Por otro lado las cosas superfluas tampoco están en su lugar en esa vida; porque el deseo de lo superfluo es por sí mismo ilimitado e implica el deseo de un cambio de condición. Toda la publicidad, toda la propaganda, tan variada en sus formas, que busca excitar el deseo de lo superfluo en el campo y entre los obreros debe ser contemplada como un crímen. Un individuo siempre puede salir de la condición obrera o campesina, ya sea por una carencia radical de aptitud profesional, ya sea por la posesión de aptitudes diferentes; pero para aquellos que están en esa condición no debería existir cambio posible excepto el de un bienestar estrictamente limitado a un bienestar considerable; no debería existir para ellos ocasión alguna de temer caer bajo o de esperar llegar a más. La seguridad debería ser mayor en esta condición que en cualquier otra. Por tanto sería necesario que los azares de la oferta y la demanda no la dominaran.
La arbitrariedad humana obliga al alma, sin que pueda defenderse, a temer y a esperar. Por ello es preciso que esa arbitrariedad sea excluída del trabajo en cuanto sea posible. En él la autoridad no debe estar presente más que allá donde sea completamente imposible que esté ausente. Así la pequeña propiedad campesina es más válida que la grande. Luego en todas partes donde la pequeña sea posible, la grande constituye un mal. Igualmente la fabricación de piezas en un pequeño taller artesano es más válida que la que se lleva a cabo a las órdenes del capataz. Job alaba la muerte porque en ella el esclavo no oye ya más la voz de su amo. Siempre que la voz que manda se hace oír cuando sería posible sustituírla por el silencio de un acuerdo practicable, eso constituye un mal.
Pero el peor atentado, que merecería quizás ser equiparado al crímen contra el Espíritu, y que no tiene perdón si no fuera cometido probablemente por inconscientes, es el atentado contra la atención de los trabajadores. Mata en el alma la facultad que constituye en ella la raíz misma de toda vocación sobrenatural. La baja especie de atención exigida por el trabajo taylorizado no es compatible con ninguna otra, porque vacía el alma de todo cuanto no sea la preocupación por la rapidez. Este género de trabajo no puede ser transfigurado, es necesario suprimirlo.
Todos los problemas de la técnica y de la economía deben ser formulados en función de una concepción de la mejor condición posible del trabajo. Una concepción así es la primera de las normas; toda la sociedad debe estar constituida desde el principio de tal manera que el trabajo no rebaje a aquellos que lo desempeñan.
No basta con querer evitarles sufrimientos, es necesario querer su alegría. No
placeres que se paguen, sino alegrías gratuítas que no contengan daño para el espíritu de pobreza. La poesía sobrenatural que debería bañar toda su vida debería también concentrarse en su estado puro, de vez en cuando, en fiestas exhuberantes. Las fiestas son tan indispensables a esa existencia como lo son los mojones kilométricos al ánimo del caminante. Viajes gratuítos y laboriosos, parecidos al Tour de Francia de antaño, deberían calmar en su juventud el hambre de ver y aprender. Todo debería disponerse para que nada esencial les faltara. Los mejores de entre ellos deben poder poseer en su vida misma la plenitud que los artistas buscan indirectamente por intermediación de su arte. Si la vocación del hombre es alcanzar la pura alegría a través del sufrimiento, ellos están mejor colocados que todos los demás para satisfacerla de la manera más real.

ENTREVISTA A NICHOLAS BURBULES en oportunidad de la WEBINAR 2012 organizada por IIPE UNESCO- Sede Regional Buenos Aires. Abril 2012.

·         ¿Qué entiende Ud. por aprendizaje ubicuo?

Para entender lo que es el aprendizaje ubicuo tendríamos que preguntarnos primero que es la tecnología ubicua, que es un término más común. Creo que tiene un par de dimensiones diferentes. Hoy significa artefactos portátiles. Artefactos como smartphones, tabletas, ese tipo de cosas que la gente lleva consigo todo el tiempo. Hasta  las laptops son artefactos portátiles.

Una parte es la portabilidad y movilidad de la tecnología, la otra parte es el creciente auge de la conectividad sin cable. Donde puedes conectarte a internet y a otras computadoras en forma más o menos continua, estés donde estés. No necesitas estar en un escritorio con la computadora enchufada a la pared para usar estas tecnologías. Con la movilidad de los artefactos  y la conectividad sin cables nuestra relación con la tecnología empieza a cambiar. Empieza a cambiar porque nuestra interrelación con el dispositivo  se vincula más con el movimiento en curso de la vida cotidiana. Y no solo con ese momento en particular donde decimos: ¨ ahora estoy trabajando con la computadora¨. La computadora está con nosotros donde quiera que estemos, si ahora estoy en una reunión y alguien menciona un autor que no conozco bien, si no queda mal, saco  mi teléfono y busco a esa persona, si quiero saber algo y no puedo esperar hasta terminar la reunión para buscarlo, porque hablamos ahora de esa persona, puedo acceder a la información en un contexto donde me es útil de inmediato. Es un ejemplo de una manera en que nuestro acceso a la información y comunicación  con otros de vincula con otras cosas que hacemos en una manera más o menos continua. Para relacionar esto con la pregunta sobre aprendizaje ubicuo, un aspecto que este sistema permite es el acceso a oportunidades de aprendizaje de manera más o menos continua. Para usar un dicho que no es mío: ¨aprender en cualquier momento y lugar¨. Eso significa ubicuo: dondequiera que estés, en cualquier momento, si necesitas aprender o averiguar algo puedes hacerlo de inmediato. Y puedes hacerlo de dos maneras: puedes acceder a la información a través de un sitio web o puedes acceder a personas. Un experto o una persona que conoce algo que tú no sabes y que te puede explicar algo. Por lo general en un contexto que te es útil y relevante inmediatamente. Entonces el aprendizaje ubicuo es hacer que el proceso de aprendizaje sea una experiencia más distribuida en el tiempo y el espacio. No limitada por lugares específicos en que decimos: ¨ahora estamos aprendiendo, ahora estamos en la escuela, ahora estamos enseñando¨. Es algo que siempre esta potencialmente presente.

El aprendizaje ubicuo tiene muchas implicancias en cuanto a cómo aprendemos, porque aprendemos, donde aprendemos. Y creo que estos cambios están ocurriendo al mismo tiempo que otros cambios que están sucediendo en la web 2.0 que hacen que aprender sea un proceso más colaborativo y distribuido, y dado que estamos continuamente conectados con otras personas a menudo aprendemos de y con otras personas en lo que yo llamo comunidades auto-educadas. Son grupos de personas que comparten intereses comunes y aprenden unos de otros en una variedad de maneras: blogs o sitios web, Wikipedia es una gran comunidad auto-educativa. O más bien son muchas comunidades en un mismo sitio. Donde un grupo de personas construye un recurso de conocimiento  al que todos aportan y del que todos se benefician. Nadie es el profesor y nadie es el estudiante. Todos enseñan a otros y todos aprenden de otros de una manera distribuida en tiempo real. Así que el aprendizaje y las tecnologías ubicuas se mezclan en mi opinión con esta cultura web 2.0 para hacer que el proceso de aprendizaje sea continuo y distribuido.

Hay muchas implicancias pero ese es el modelo básico sobre el que estuve trabajando.



·         ¿Que es lo que lo motivo a crear un Instituto de aprendizaje ubicuo en las Universidad de Illinois y cuáles son sus líneas de investigación?

Uno de los motivos principales por los que empezamos en mi escuela es porque hacemos muchos programas de enseñanza online. Son programas de grado 100 % online. Por lo general para adultos, desde fines de los 90. Llevamos más de 10 años con estos programas. Pero no hemos hecho mucha investigación sobre los mismos. Los evaluamos… ¿a los alumnos les gustan los programas, sienten que aprenden mucho? Hacemos este tipo de evaluación con todos nuestros cursos. Pero no nacemos investigación sobre cuestiones como que tipos de relaciones sociales forman los alumnos entre sí.

Un tema que me interesa mucho es la motivación. ¿Qué clases de motivación llevan a los alumnos a los programas online? ¿Cómo pueden esas motivaciones ser diferentes de las que llevan a un salón de aula tradicional? ¿Cómo cambia la relación docente- alumno en un contexto que no es cara a cara? Podría generar cientos de preguntas y hay personas que están estudiando estas preguntas en otro contexto pero sentimos que no estábamos estudiando muy sistemáticamente nuestros propios programas.

Inicialmente se establecía como un marco para estudiar e investigar nuestros propios programas online pero con el tiempo quedo claro que los temas son mucho más generales y de hecho son internacionales.

Uno de los recursos que tenemos es de hacer más estudios comparativos de como distintos tipos de programas e instituciones se comparan entre sí, no para saber cuál es el mejor. Creo que a veces caemos en esa pregunta: ¿A es mejor que B? eso no me importa. Yo quiero saber si A es diferente de B- ¿Cómo es diferente? ¿Qué cosas especificas funcionan en el contexto de un tipo de programa y funcionan de manera diferente en otro programa y por qué? A veces hacemos esas preguntas con un propósito único, como dije antes, tratando de encontrar ¨el mejor¨.

Bueno, no vamos a encontrar ¨el mejor¨. Vamos a descubrir que este enfoque funciona en este contexto y con estos alumnos y tal vez no sea bueno para otro tipo de alumnos. Ya que otro enfoque funciona mejor para ese tipo de alumnos pero no para los primeros. La investigación nos puede informar sobre lo que funciona, sobre lo que no funciona y sobre las cosas que podemos mejorar. Pero no nos dirá cuál es el mejor modelo o enfoque.



·         ¿Cuáles fueron los principales resultados obtenidos hasta el momento?

No puedo hablar de resultados específicos porque llevamos poco tiempo trabajando en esto pero contaré algunas cosas que hemos aprendido. Y son el trampolín para otras preguntas. Una es el proceso de aprendizaje ¨per se¨. Y lo mencione al principio. A medida que el proceso de aprendizaje se vuelve más social y más colaborativo ¿Cómo afecta eso las maneras en que las personas aprenden? En nuestros proyectos hacemos mucho trabajo grupal. A menudo hablamos de enseñar a  las personas a colaborar como un objetivo educativo por sí mismo. Aparte del tema o materia aprender a colaborar es un resultado educativo en sí mismo que tratamos de promover. Esto que voy a decir  no se basa en una investigación sistemática, deberíamos ser más sistemáticos en esto. Pero tras años de cursos, más de 10 o 12 años me han informado y lo veo en los alumnos que se sienten motivados para hacer un mejor trabajo cuando trabajan en equipo. Donde sienten que no solo deben responder ante  mí como profesor que los va a evaluar sino ante sus colegas de equipo. Y todos los trabajos que hacemos en mis cursos son proyectos en equipo. Así que quisiera saber más sistemáticamente como el sentido de la responsabilidad hacia los colegas se convierte en un factor motivador.

Aparte de la nota y de la aprobación del instructor, todas las cosas tradicionales que usamos para evaluar y motivar el aprendizaje ¿hay una estructura de pares que puede ser mejor y debo aclarar: para algunos alumnos y no necesariamente para todos, que los motiva mejor para hacer un buen trabajo? Ese sería un tema. Otro tema que me interesa mucho y es otra característica de mis cursos es que los alumnos siempre publican lo que hacen por internet. El típico proyecto de clase, un ensayo o lo que sea solo es visto por dos personas: el alumno y el profesor que lo lee, lo evalúa, lo devuelve y tal vez es arrojado a la basura o guardado en una carpeta. Pero se hizo, el proyecto se cumplió. Fue evaluado, devuelto y terminado. En mis cursos, les digo a los equipo de alumnos que sus trabajos serán subidos a internet, que serán publicados, ya sea mediante un video, un sitio web o blog. Lo que sea que hayan creado se convierte en un recurso público. Les digo eso por un par de razones: una que quiero que vean un propósito en lo que están haciendo más allá de la nota. Que el proyecto tiene vida más allá del aula. Y si publican ese recurso, será algo que verán y usen otras personas, tal vez otros profesores o un recurso curricular que sea usado en otras clases. A menudo yo mismo uso esos proyectos en otras versiones de la clase de semestre a semestre para revisar y evaluar lo que hicieron alumnos anteriores.

La segunda serie de preguntas que tengo es que el trabajo que estás haciendo tiene vida pública más allá de la vida de la clase. ¿Cómo afecta esto a la estructura motivacional de los alumnos y su deseo de hacer el mejor trabajo que puedan? No solo por la nota sino porque ven un propósito en hacerlo, están sirviendo a su comunidad profesional, están agregando recursos que otros educadores miraran y encontraran beneficiosos. Ese es otro aspecto de la ubicuidad que derriba los límites de la sala del aula. Tanto los limites espaciales, porque ahora el trabajo de la clase es público, no es solo una actividad cerrada sino también los límites temporales porque lo que es creado en la clase tiene una vida más allá de la duración de la clase.

Así que es otro aspecto de la ubicuidad que derriba los límites espaciales y de tiempo. Aun no hice investigación sistemática sobre el tema pero mi experiencia me dice que hay algo distinto que está pasando. Y las maneras en que los alumnos piensan en el trabajo que están haciendo, la motivación  para ese trabajo y su criterio interno de porque lo están haciendo y como pueden saber si lo hicieron bien han cambiado. Porque aun quieren que les ponga una nota, el sistema todavía funciona en este sentido…

Pero ahora tienen algo que va más allá de la nota para decirles que están haciendo, porque lo están haciendo y si lo hicieron bien o no… las influencias de pares son importantes allí. Si pienso en los proyectos donde recolectamos información algunos han sido visitados por cientos de miles que personas que los han descargado. Y en algunos casos pudimos reflejar esa información de vuelta a las personas que la crearon. Eso es muy emocionante. El típico maestro no tiene la oportunidad de publicar algo que será visto por cientos de miles de personas, y menos de tener una influencia profesional sobre sus colegas más allá de la sala de aula o su escuela. Es algo emocionante para los maestros. Y la mayor demanda de mis alumnos en estas clases son maestros.

·         ¿Cuáles son a su parecer los escenarios que se pueden vislumbrar con este tipo  de procedimientos?

Bueno, una cosa que también ha cambiado es ¿qué es un proyecto de clase? En el pasado, escribías una tarea, hacías un proyecto de investigación y rendías un examen. Eran las principales tareas de evaluar un aprendizaje. A un nivel de universidad. Ahora podemos abrir esto. Hay muchas otras maneras de demostrar lo que aprendieron. No sólo lo que aprendieron en cuanto a contenido, sino lo que aprendieron en cuento a nuevas destrezas creativas que desarrollaron en el transcurso de la clase. Tengo grupo de personas que hicieron un video y lo subieron a YouTube. Está publicado y está disponible. Es gente que nunca antes había hecho videos. Aparte del contenido y de la investigación que hicieron que generó el video también aprendieron a hacer videos. Aprendieron cómo colaborar. Aprendieron a crear una página web, un sitio web o un blog. Para muchos, es la primera vez que hicieron un proyecto como ese. Dado que mis clases se refieren principalmente a la tecnología quiero que adquieran nuevas destrezas con la tecnología además de leer sobre ellas de segunda mano. Esta es otra área de investigación: ojala yo tuviese más evidencia y datos sobre lo que hicieron de manera diferente en su enseñanza. Después de haber desarrollado estas destrezas. ¿Desarrollaron más videos con sus alumnos en sus clases? ¿Estos equipos mantienen su identidad y siguen colaborando y compartir trabajos entre sí al terminar la clase? Son el tipo de preguntas para las que me gustaría recolectar más datos porque sé que ocurren cosas nuevas e interesantes en esas clases. Y tengo evidencia de que los alumnos se llevan ideas a casa después que termina la clase. Lo que es muy importante. Las clases no terminan en el último día de clases. Si tengo éxito, ellos tomarán esas ideas y harán cosas mucho después de haberme conocido.



·         ¿Cómo vincula estos nuevos temas con el diseño de políticas educativas?

Algo que mencioné antes es esta idea y no es mía, de la “experimentación de diseño”. Es un enfoque de hacer investigación que tiene que ver tanto con un cambio de actitud como con un cambio de metodología. La idea básica de la experimentación de diseño es relativamente sencilla. Es que borra los límites entre el proyecto de investigación y el proyecto de reforma o innovación. Es ambas cosas. Así que implementas una reforma o innovación pero también la estás estudiando continuamente y juntando evidencias sobre ella a medida que la implementas. Averiguando lo que funciona y lo que no. Y si no funciona, por qué no funciona. Trayendo esa información a medida que lo vas haciendo a la reforma, revisión y mejora en curso de la intervención para luego seguir recolectando información así que se convierte en un proceso cíclico entre la intervención, evaluación, revisión, mejora, implementación evaluación, y en teoría es un proceso que no tiene un inicio y un final. Puede continuar durante varios años. Es lo opuesto a implementar una reforma. Luego termina, luego la evalúas y descubres si funcionó o no. Es un proceso mucho más continuo y cíclico. Como dije antes.  Y algo que es interesante sobre este modelo de investigación es que es a escala. Lo puedes aplicar al nivel de un profesor individual que trabaja con un estudiante individual. Pruebo algo con un estudiante que tiene problemas de aprendizaje. Quiero mejorar algo, lo intento. Veo si funciona. Si no funciona, hago preguntas sobre cómo lo ve el estudiante. Reúno esa información. ¿Qué puede aprender de esto? Los éxitos y los fracasos. ¿Cómo puedo aprender a trabajar mejor con el estudiante? ¿Más efectivamente en el futuro? ¿Qué puede aprender de esto que pueda aplicar a otros estudiantes? Es un proceso de intentar cosas, aprender de ellas mejorarlas y tomar ese tema a un nivel individual y llevarlo a un nivel macro para la adopción de políticas a gran escala o reformas aún a un nivel estatal o nacional. Donde la intención o actitud básica es la misma. Esto es un proceso no es algo de una sola vez. Es un proceso en el cual aprender de éxitos y fracasos revisando y adaptando las reformas es un proceso continuo de intervención, investigación evaluación, reflexión, mejoras modificación y luego más evaluación, investigación y mejora de forma cíclica. Debo decir que a nivel macro no es siempre el método que se adopta en cuanto a reformas o políticas. No se adoptan con una actitud experimental. Uno las pone a prueba, quizás funcionan, quizás no seguro que algunas cosas no van a funcionar uno trata de aprender de los errores, modificarlos o mejorarlos. No es siempre la actitud con que se adoptan las reformas a gran escala. Las influencias políticas se interponen. No hablaré mucho de eso. En este país y el mío, la política a menudo impulsa las políticas y reformas. Pero creo que sería un remedio saludable para las dimensiones políticas de la reforma adoptar esta actitud experimental… probarla, ver si funciona y si no funciona, cambiarla. Si realmente no funciona, la descartamos. Probamos otra cosa. Esperamos esa clase de enfoque en toda clase de maneras a un nivel personal. Es la manera en que lidiamos con la mayoría de las cosas en nuestra vida. Pero no siempre es la manera en que lidiamos con las cosas a nivel de grandes políticas y reformas. Creo que sería valioso mantener esa actitud un poco más a ese nivel.



·         Para finalizar, ¿cuál sería un motivo por el cual los docentes no deberían temerle a las tecnologías?

Antes de contestar esa pregunta, debo responder otra. Si conocen mi trabajo, todo lo que digo es sobre la tecnología, es sobre lo bueno y lo malo. Las posibilidades y los peligros. Y esta es una de esas áreas. Antes de decirles a los docentes por qué no deben tener miedo a las tecnologías debo decirles por qué deben tenerles miedo. Y creo que hay motivos no para tener miedo, sino ser escépticos. La charla se basa alrededor de seis áreas… en las cuales creo que hay peligros reales. Amenazas reales. Pero las tecnologías no van a desaparecer. Creo que nosotros, los profesores-educadores gente que trabaja con profesores debemos enfrentar estos peligros y amenazas. No fingir que van a desaparecer. No decir “no usaré computadoras en mis clases porque hay peligros potenciales de cómo las cosas puedan salir mal”. Creo que no es la respuesta correcta. La respuesta correcta es dialéctica. Enfrentamos los peligros y las amenazas somos conscientes de ellos pero no nos rendimos ante ellos. Los resistimos. La tecnología es como decíamos antes. La tecnología podría usarse para estos propósitos. Podría ser usada para la centralización. Podría ser usada para más vigilancia. Podría ser usada para debilitar la enseñanza y hacer que el profesor sea menos necesario en el aula. Es una dirección en que las cosas podrían ir. Pero las mismas tecnologías pueden ser usadas de otras maneras que habilitan al docente, que lo hacen más importante en la relación docente-alumno. Que amplían las herramientas con que cuenta el docente para trabajar y hacer su tarea en una manera interesante e innovadora. Siempre son ambos. Y quiero que la gente sea consciente de los dos. Porque uno debe conocer los peligros para poder aprovechar las potencialidades de forma completa. Porque los peligros no van a desaparecer pero los peligros no pueden ser motivo para no hacerlo. O para tenerle miedo, porque eso le traslada la decisión a otra persona. Y los educadores no pueden hacer eso. Lo último que quiere un educador es que las decisiones sobre tecnología sean tomadas por gente de la tecnología. Las decisión es sobre tecnología deben ser tomadas por educadores. No podemos echarnos atrás en esta discusión sólo porque es riesgosa. Si bien es riesgosa, de nuevo, es ambas cosas.




Transcripción:

Flavia Cascardo

Micaela Iturrioz

Florencia Cocorullo

Carolina Romera