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Lic Carolina Romera



domingo, 4 de abril de 2010

LAS COMPETENCIAS DOCENTES DEL PROFESORADO UNIVERSITARIO

A partir de los años 90 se vienen realizando debates sobre la necesidad de realizar profundas transformaciones cuantitativas y cualitativas en la educación superior como respuesta a las nuevas demandas sociales, económicas y educativas.

Aspectos tales como la apertura de los mercados, la internacionalización de las economías, la globalización y la diversificación de los sistemas productivos, reclaman a las instituciones de educación superior formar graduados preparados para actuar en un entorno cambiante, donde las competencias profesionales se presentan como factores distintivos de la calidad de la formación.

Podemos plantear cuatro factores que interactúan y están provocando un cambio acelerado en el planteamiento de la formación superior:

  • La explosión del conocimiento: alta velocidad y cantidad de generación y a la vez, obsolescencia del mismo.
  • La revolución en las comunicaciones, caracterizada por una cada vez más masiva presencia de las tecnologías de la información y la comunicación en la enseñanza superior.
  • El rápido incremento del conocimiento sobre cómo se aprende de una manera efectiva.
  • El fortalecimiento (empowerment) del que aprende como consecuencia del cambio de paradigma: de la docencia al aprendizaje.


 

Algunos analistas aseguran que no sólo cambios, sino "mutaciones" harán irreconocible la universidad del siglo XXI, más allá de lo que podemos imaginar, tal como planteaba el texto de Phillip Perrenoud utilizado como introducción a esta unidad.

Asimismo, en un contexto que parece dominado por la máquina tecnológica, emerge, una vez más, la figura del profesor universitario como columna central del nuevo edificio. Éste deberá, como otros muchos profesionales, reconstruir una identidad profesional que se adapte a los nuevos papeles y funciones que desarrollará en los nuevos escenarios de actuación.

En la actualidad la universidad como institución, tiene tres grandes brazos: la enseñanza, la investigación y el servicio, lo que puede traducirse en roles tales como creación, preservación, integración, transmisión y aplicación de conocimientos.

La universidad se enfrenta entonces a la complejidad en la que se ven continuamente desafiados los propios marcos de comprensión, acción y autoidentidad. Es decir, la educación superior tiene que atender a la acción. Una educación superior que se limitara al dominio del conocer, dejaría a los graduados en situación de vulnerabilidad en el ámbito de la acción. Además, desarrollar la autoidentidad de los estudiantes tendría como resultado una estrategia pedagógica insuficiente.

Es decir, urge hoy en día impulsar la implementación de nuevos modelos universitarios, con planes curriculares actualizados y metodologías de enseñanza-aprendizaje sometidas a revisiones y modificaciones continuas, donde el papel del docente debe afrontar cambios muy significativos en su accionar.

Desde esa perspectiva, Fielden afirma que el docente debe poseer competencias como:

  • Identificar y comprender las diferentes formas (vías) que existen para que los estudiantes a prendan.
  • Poseer conocimientos, habilidades y actitudes relacionadas con el diagnóstico y la evaluación del alumnado, a fin de ayudarle en su aprendizaje.
  • Tener un compromiso científico con la disciplina, manteniendo los estándares profesionales y estando al corriente de los avances del conocimiento.
  • Conocer las aplicaciones de las TIC al campo disciplinar, desde la perspectiva tanto de las fuentes documentales, como de la metodología de enseñanza.
  • Ser sensible ante las señales externas sobre las necesidades laborales y profesionales de los graduados.
  • Dominar los nuevos avances en el proceso de enseñanza-aprendizaje para poder manejar la doble vía, presencial y a distancia, usando materiales similares.
  • Tomar en consideración los puntos de vista y las aspiraciones de los usuarios de la enseñanza superior, especialmente de los estudiantes.
  • Comprender el impacto que factores como la internacionalización y la multiculturalidad tendrán en el currículo de formación.
  • Poseer la habilidad para enseñar a un amplio y diverso colectivo de estudiantes, con diferentes orígenes socioeconómicos y culturales, y a lo largo de horarios amplios y discontinuos.
  • Ser capaz de impartir docencia tanto a grupos numerosos, como a pequeños grupos (seminarios) sin menoscabar la calidad de la enseñanza.
  • Desarrollar un conjunto de estrategias para afrontar diferentes situaciones personales y profesionales.


 

Sin duda, no es viable exigir que todas estas competencias se den en una persona, sino que será necesaria la configuración de equipos de trabajo en los que pueda darse la especialización en algunas de estas competencias.


 

Si desea leer la conferencia de Fielden a la que nos referimos, puede hacerlo en el siguiente vínculo:

http://unesdoc.unesco.org/images/0011/001136/113606so.pdf

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